La visita de Chávez a España permitió una vez más comprobar la división de opiniones existentes también en el país europeo, y acaso en el resto del mundo, respecto al mandatario latinoamericano.
Si por la mañana, a la salida del lujoso hotel en el que se hospedó, lo esperaba un grupo de simpatizantes, cuando llegó por sorpresa a una librería de la Gran Vía un grupo de detractores lo increpó a los gritos de “sinvergüenza” o “amigo de Ahmadineyad”, entre otros.
Cuando salió de la librería, donde al parecer estuvo la mayor parte del tiempo en la sección de Historia, lo hizo acompañado del presidente de Repsol, Antoni Brufau, y recibió insultos como “rata”, “dictador” y “asesino”.
Si por la mañana, a la salida del lujoso hotel en el que se hospedó, lo esperaba un grupo de simpatizantes, cuando llegó por sorpresa a una librería de la Gran Vía un grupo de detractores lo increpó a los gritos de “sinvergüenza” o “amigo de Ahmadineyad”, entre otros.
Cuando salió de la librería, donde al parecer estuvo la mayor parte del tiempo en la sección de Historia, lo hizo acompañado del presidente de Repsol, Antoni Brufau, y recibió insultos como “rata”, “dictador” y “asesino”.
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